Y vinicio hace una seña súbitamente, colocando su dedo índice frente a sus labios y estirando su otra mano hacia el frente, con la palma extendida. Señaló después con el mismo índice, ahora apuntando hacia el techo en un ademán que indicaba que había alguien más en ese lugar, alguien que no debía estar.
Volteando por la pequeña ventana en la pared del baño, casi en el techo, vimos los piés de alguien corriendo del otro lado del pasillo.
Al salir, Vinicio trepó arriba del techo con asombrosa facilidad. En ese momento me percaté que se trataba de la vieja casa de la familia. Justo arriba del cuarto de la cocina estaba una hoguera recién apagada y un extraño horno, no pude imaginar su funcionamiento por la poco común forma que tenía. Estaban asando carne, estaban los filetes colocados de manera cuidadosa, había incluso vegetales que estaban en el punto perfecto del asado. Era noche, mis ojos entonces ya se habían acostumbrado más a la obscuridad y pude ver el resto de la antigua casa, iluminada con el blanquecino tono lunar, dándole la aparienca fantasmagórica de películas de terror en los inicios del cine.
No sé cómo, ni porqué, después de un parpadeo me encontraba en laberinto de pilares rocosos, entre cerros raspados, no muy altos (me acordé de alguna película de Indiana Jones). Un extraño ruido comenzó a aumentar su intensidad y veo una decena de niños negros en harapos, con hondas y lanzas y rocas viniendo hacia mi, al darme cuenta mis piernas ya estaban corriendo por su cuenta sin pedirme permiso ni darme una explicación, lo cual perdoné al haberme sacado de la situación extraña más pronto de lo que pude pensar.Corriendo entre pasillos y rocas y búnkers encontré una cueva.
Todo tomó sentido o todo lo relacioné rápido con alguna película, se trataba de algún campamento minero. En las cuevas de enfrente extraían solamente carbón, la que elegí como refugio albergaba hordas de incontables infantes, todos iguales (no sabría notar la diferencia entre la obscuridad natural del lugar y la de sus pieles). Ese era el lugar de los diamantes, que aparecían de los tamaños más fantásticos. REcorriendo el lugar por todos sus escondrijos llegué al único lugar que tenía luz. La cueva tenía ventanas redondas por las cuales entraban intensos rayos de luz (creo que era solar).
Se encontraba un tipo rubio golpeando a un joven bajo, mexicano o sudamericano.
El hostil gringo desaparece dejando al enano medio muerto. Lo cargo en los brazos y salgo corriendo con él. Llego a un lugar colorido, el estereotipo de pueblo mexicano, con tiendas por todos lados, una señora indica el hogar del herido y lo llevo hasta allí. El joven se recupera instantáneamente y me dá las gracias con un poco de frialdad y sin voltear a verme a la cara, -Orgullo - balbuceé.
Al salir de ese lugar el cielo se había ido, era un lugar cerrado con techo alto y luces negras. Resaltaban los dientes, las uñas y los ojos de los presentes. Era como regresar a una de las viejas tardeadas de secundaria. Estaban todos, muchos de mis amigos, hermanos, gente que he querido ver desde hace mucho tiempo. Allí estaba mi chica, quien se trepa en mi como alien, abrazándome con las piernas y brazos y dándome pequeños besos repetidamente en toda la cara. Después sólo nos miramos a los ojos por algún tiempo y entonces se suelta de mi. Dice que esto no está funcionando y se aleja. La tomo por el brazo, le digo algunas cosas que no entiendo y la abrazo.
Mientras lo hago, muchas personas que siempre he visto de fondo en mis días aparecen caminando alternando direcciones, todos volteando hacia nosotros emitiendo juicios con sus voces y sus miradas.
Ella camina hacia una habitación atravesando una puerta hecha de tiras de cuentas y se postra en un amplio colchón, junto al mil veces maldecido a un lado y un pequeño de personas más. Ella voltea y me anuncia que se quedará allí, mientras baja la cremallera del imbécil. Sonreí y salí del lugar.
Era una inmensa central de autobuses con pequeñas calles y carriles especiales, con sus diferentes terminales para las líneas, los paso rápido en largos saltos y desde el aire veo al Fer corriendo con una caguama en sus manos. Lo sigo con la vista y dejo de brincar para alcanzarlo corriendo. Se detiene en una cabina de boleros (sí, donde te sientas a que te boleen los zapatos) y se une a su esposa y sus amigos en su pequeña y peculiar fiesta bolera. Saludo y me despido.
El sol estaba por salir y yo estaba lejos de casa, donde quiera que eso fuera.
Empieza música de fondo, no era nada grandioso sino algo más comercial, como Bitter sweet symphony, lo veo todo entonces en primer persona, en vista de cámara.
Consciente de que era en ese momento una cámara, comencé a payasear con diferentes movimientos, dando efectos divertidijillos, estaba recorriendo la ruta del cecyt hacia el quijote, en Los Mochis. Al ritmo de la música iba golpeteando cualquier objeto que interponía en el camino. Recuerdo pasar por entre toldos de lona blanca, cuyas sombras refrescaban a un grupo de ancianos pescadores que presumían sus pescados con orgullo. Marlins, Pez sierra, tiburones y otras cosas que no recuerdo.
Estaba entonces en alguna esquina, dispuesto a tomar un autobús, recuerdo que pensé -"libertad cecyt zaragoza", ¡por su puesto! - ´que me pareció sarcástico, pues, esa no es una ruta que yo haya tomado con frecuencia en la ciudad.
Al instante pasaban constantemente y sin cesar, de todos los tamaños y de todas las formas posibles, autobuses, camiones-zapato como los de Cabo, taxis, carrozas fúnebres, camionetas transportadoras, toda la clase de transportes que me pude imaginar (pensé que por fin Mochis abrió sus puertas a nuevos negocios),todos llevaban la leyenda "Libertad Cecyt Zaragoza" y otras palabras que no alcancé a distinguir por la velocidad a la que se transportaban. El lugar me parece que era la esquina de Degollado y Juárez, cerca de la viaja casa de la Abuela.
Resultaba imposible cruzar la calle, entre un camión y otro no había espacio ni tiempo suficiente ni para el viento. Ninguno se detuvo. No recuerdo haber llegado a casa. No recuerdo regresar.
Trip to Mochiswood
Posted:
martes, 2 de marzo de 2010 |
Publicado por
Test
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