Recuerdo sólo que estaba en una casa pequeña, una de dos recámaras cuando mucho.
Sin saber qué lo provocó, me veía entrar y salir de todas las habitaciones con un enfurecimiento incontrolable. Buscaba una y otra vez en los mismos cuartos algo para romper, algo qué golpear.
La enésima vez que entré a esa recámara, la ví a ella tendida en la cama, vestía un vestido rojo de estilo setentero, elegante. Supuse que seguía muerta y apenas me percato que estoy vestido igual que ella: el mismo vestido setentero rojo pero con sombrero (también rojo). Sentí que tenía el control del sentimiento que me ahogaba y empecé a sacar todas las prendas de su armario. Sacaba cada atuendo y antes de salir de la habitación cada vez volteaba a verla. Siguió igual por 5 vueltas.
Al tener un atuendo gris/amarillo como emplumado en mis manos, dispuesto a poner en evidencia algún tipo de pasado ridículo de quién-sabe-quién, doy un vistazo a la cama al salir de la alcoba y nuestras miradas se cruzaron. Con un poco de impaciencia y casi nula sorpresa le sonrío. Hace un gesto dulce, como diciéndome que mis métodos son estúpidos pero que aún así me los respeta.
No recuerdo si intercambiamos algo más que las miradas, ya no recuerdo palabras pero al final me dio gusto volver a ver a mi madre.
Tal vez pasaron días, años o sólo unos minutos. En la pantalla color plomo contrastaba en negro el símbolo de MARCADO... sin respuesta. Lo intenté tantas veces como pudieron mis dedos digitar el modelo austero de celular, tratando de localizar a María, mejor amiga de mi madre.
Distraído en algún suceso fantástico y lleno de alegría, comienzan a retumbar en el cielo las palabras "¿BUENO?", "Si mijo, habla María" y regreso a mi posoción con el móvil al oído (de verdad hábía olvidado que estaba marcádole a la señora).
Toda la amabilidad y simpatía que siempre la caracterizaron, se esfumó. María fue una señora tan fría y apática que mi aliento se podía ver en el aire como en invierno. Me decía que no tenía tiempo y que, por lo que más quiera, deje de marcarle y enviarle mensajes.
Yo quería decirle que ví a mi madre, tal vez con demasiada emoción, pero después pensé que la persona que tanto coraje me produjo fue posiblemente ella. Posiblemente mi madre. No entiendo.
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