Lo único que recuerdo era el fade in. Eran carcajadas, enérgicas, positivas y llenas de música, sí pues, entre risa y risa era como un karaoke, de esos carentes de alcohol, más bien como un par de escuincles estrenando juguetes en navidad. Ahí estábamos la Yuré y yo riéndonos y cantando. No alcancé a ver el lugar, las imágenes sólo mostraba un close up de nuestras caras frente a frente sonriendo, tal vez eran los killers, los pumpkins o la rola de white town (sho qué sé).
El tiempo daba su generosa contribución al momento y alentaba sus segundos mientras las carcajadas se volvían más fuertes y no podíamos encontrar un final para la ocasión.
Después de un fade out/fade in Chaplinesco -incluso con un poco de ruido- la escena era como un pasillo monitoreado por una cámara de vigilancia en una tienda departamental en la cuál se veía sólo una cortina y unas cuantas sillas para esperar (esperar quién-sabe-qué).
Era la conversación entre quien parecía ser mi madre sentada esperando a Lorena quién, en avanzada etapa de embarazo, buscaba una buena forma o un buen color para vestirlo. Era una conversación relajada y, aunque materialistas, sus palabras eran poco ostentosas. No había una preocupación, ni era el tiempo, el gusto o las tallas. Parecían tener todo bajo control y sólo querían pasar un rato sin dificultades filosóficas ó monetarias (ó familiares).
La última recomendación y decisión acertada fue la de usar la cortinilla de toga.
Al encender la luz, ella con un poco de prisa me dice que no tengo nada que temer y que sus "pequeños" son tranquilos. Cuando la Mary salió de la piscina (no sé si de un brinco hacia afuera o sumergiéndose por algún tunel subterráneo, la visualicé como si se tratara de una sirena) quedé ahí solo, en ese cuarto pequeño, iluminado apenas por un foco convencional de menos de 60w. La luz era muy pobre, las paredes y el techo tenían un color obscuro y aunque no mostraban signo de desgaste daban una apariencia lúgubre y mal cuidada. No había piso, era agua sólamente y ahí estábamos 3: una Orca, algo que parecía ser un manatí (lobo, león o vaca marina, no lo sé) y yo.
Me empezaban a pegar calambres por el pánico. Pensar en Keiko y liberen a Willy no ayudaban para nada, sólo recordaba el Discovery Channel (sí, antes del spin off animal planet) y documentales sobre ballenas asesinas, pingüinos y focas devoradas por los cetáceos monocromáticos. Cuanto más se apoderaba el miedo de mi, la impaciencia consumía al par de mamíferos acuáticos. La orca se convierte en algún tipo de actor cincuentón y me dice que sin los audífonos no espere entender lo que pasa. Ahí me percaté del equipo low tech en la pared de enfrente del cuarto/piscina y me puse los audífonos. Ya los entendía. Dijeron que la Mary los entiende sin ellos pero era difícil que humanoides comunes lo lográsemos sin el adecuado equipo.
Era fantástico, increíble... maravilloso. ¡La Mary habla con los animales!
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