Con la sorprendente capacidad de soñar despierto y escribirlo al vuelo

Cerrando taquerías por puercas.

Posted: lunes, 1 de julio de 2013 | Publicado por Test | 0 comentarios

Me encontré a la Isaura en el camión, era de noche y nos bajábamos en Zaragoza e Independencia, Los Mochis. Isaura me comentaba que estaba allí para cerrar una taquería, ella trabajaba en salubridad y ese era su objetivo esa noche. Nos despedimos y se bajó del camión, unos segundos después me invadió un pensamiento: estaba solo en una ciudad que ya no conozco y que la suerte me había puesto a una vieja amiga (la más vieja de todas) a un lado y yo solamente la dejé ir. Me bajé del autobús y comencé a buscarla, había muchos restaurantes, muchos negocios abiertos y mucha gente en las banquetas, corrí, buscando y no la encontré.

Llegando a una esquina en un boulevard, la luz era azul, como si estuviera a punto de amanecer. Estaban allí el Fer Valderrábano y su esposa Andrea, quienes pasaron a su local comercial por algo que habían olvidado. No logré distinguir el nombre, estaba escrito en una tipografía hecha de popotes y florecillas blancas, YAHEMI, HAYERU, algo por el estilo.

Sueño con cerditos

Posted: sábado, 11 de mayo de 2013 | Publicado por Test | 0 comentarios


Entré en una casa de madera a medio empezar, no estaba terminada. Era de noche y la iluminaba por dentro sólo uno o dos focos de luz amarilla colgadas de cables directamente. Encontré un cerdo blanco con manchas negras y cuando me vio, se lanzó sobre mi, lo esquivé. Al caer al suelo, muchos cerditos se abalanzaron sobre él y lo comenzaron a devorar vivo, todos chillaban aguda e incesablemente. Un cerdo con ojos rojos, del tamaño de mi mano se acerca a mis pies queriendo mordisquearlos, se acercan después muchos más. Salgo de la casa y el sol empieza a salir, se ilumina el ambiente y noto que estoy en un cerro, con césped verde amarilloso, en el suelo hay cientos y cientos de fetos de cerdos, del tamaño de encendedores, algunos transparentes y otros rojos, algunos se arrastran por el césped y muchos comienzan ya a caminar buscando algo qué comer, muchos se comen entre ellos. Bajé de ese cerro cuidando no pisar ninguno.

Trip to Mochiswood

Posted: martes, 2 de marzo de 2010 | Publicado por Test | 0 comentarios

Y vinicio hace una seña súbitamente, colocando su dedo índice frente a sus labios y estirando su otra mano hacia el frente, con la palma extendida. Señaló después con el mismo índice, ahora apuntando hacia el techo en un ademán que indicaba que había alguien más en ese lugar, alguien que no debía estar.

Volteando por la pequeña ventana en la pared del baño, casi en el techo, vimos los piés de alguien corriendo del otro lado del pasillo.
Al salir, Vinicio trepó arriba del techo con asombrosa facilidad. En ese momento me percaté que se trataba de la vieja casa de la familia. Justo arriba del cuarto de la cocina estaba una hoguera recién apagada y un extraño horno, no pude imaginar su funcionamiento por la poco común forma que tenía. Estaban asando carne, estaban los filetes colocados de manera cuidadosa, había incluso vegetales que estaban en el punto perfecto del asado. Era noche, mis ojos entonces ya se habían acostumbrado más a la obscuridad y pude ver el resto de la antigua casa, iluminada con el blanquecino tono lunar, dándole la aparienca fantasmagórica de películas de terror en los inicios del cine.

No sé cómo, ni porqué, después de un parpadeo me encontraba en laberinto de pilares rocosos, entre cerros raspados, no muy altos (me acordé de alguna película de Indiana Jones). Un extraño ruido comenzó a aumentar su intensidad y veo una decena de niños negros en harapos, con hondas y lanzas y rocas viniendo hacia mi, al darme cuenta mis piernas ya estaban corriendo por su cuenta sin pedirme permiso ni darme una explicación, lo cual perdoné al haberme sacado de la situación extraña más pronto de lo que pude pensar.Corriendo entre pasillos y rocas y búnkers encontré una cueva.

Todo tomó sentido o todo lo relacioné rápido con alguna película, se trataba de algún campamento minero. En las cuevas de enfrente extraían solamente carbón, la que elegí como refugio albergaba hordas de incontables infantes, todos iguales (no sabría notar la diferencia entre la obscuridad natural del lugar y la de sus pieles). Ese era el lugar de los diamantes, que aparecían de los tamaños más fantásticos. REcorriendo el lugar por todos sus escondrijos llegué al único lugar que tenía luz. La cueva tenía ventanas redondas por las cuales entraban intensos rayos de luz (creo que era solar).
Se encontraba un tipo rubio golpeando a un joven bajo, mexicano o sudamericano.

El hostil gringo desaparece dejando al enano medio muerto. Lo cargo en los brazos y salgo corriendo con él. Llego a un lugar colorido, el estereotipo de pueblo mexicano, con tiendas por todos lados, una señora indica el hogar del herido y lo llevo hasta allí. El joven se recupera instantáneamente y me dá las gracias con un poco de frialdad y sin voltear a verme a la cara, -Orgullo - balbuceé.

Al salir de ese lugar el cielo se había ido, era un lugar cerrado con techo alto y luces negras. Resaltaban los dientes, las uñas y los ojos de los presentes. Era como regresar a una de las viejas tardeadas de secundaria. Estaban todos, muchos de mis amigos, hermanos, gente que he querido ver desde hace mucho tiempo. Allí estaba mi chica, quien se trepa en mi como alien, abrazándome con las piernas y brazos y dándome pequeños besos repetidamente en toda la cara. Después sólo nos miramos a los ojos por algún tiempo y entonces se suelta de mi. Dice que esto no está funcionando y se aleja. La tomo por el brazo, le digo algunas cosas que no entiendo y la abrazo.
Mientras lo hago, muchas personas que siempre he visto de fondo en mis días aparecen caminando alternando direcciones, todos volteando hacia nosotros emitiendo juicios con sus voces y sus miradas.

Ella camina hacia una habitación atravesando una puerta hecha de tiras de cuentas y se postra en un amplio colchón, junto al mil veces maldecido a un lado y un pequeño de personas más. Ella voltea y me anuncia que se quedará allí, mientras baja la cremallera del imbécil. Sonreí y salí del lugar.

Era una inmensa central de autobuses con pequeñas calles y carriles especiales, con sus diferentes terminales para las líneas, los paso rápido en largos saltos y desde el aire veo al Fer corriendo con una caguama en sus manos. Lo sigo con la vista y dejo de brincar para alcanzarlo corriendo. Se detiene en una cabina de boleros (sí, donde te sientas a que te boleen los zapatos) y se une a su esposa y sus amigos en su pequeña y peculiar fiesta bolera. Saludo y me despido.
El sol estaba por salir y yo estaba lejos de casa, donde quiera que eso fuera.
Empieza música de fondo, no era nada grandioso sino algo más comercial, como Bitter sweet symphony, lo veo todo entonces en primer persona, en vista de cámara.
Consciente de que era en ese momento una cámara, comencé a payasear con diferentes movimientos, dando efectos divertidijillos, estaba recorriendo la ruta del cecyt hacia el quijote, en Los Mochis. Al ritmo de la música iba golpeteando cualquier objeto que interponía en el camino. Recuerdo pasar por entre toldos de lona blanca, cuyas sombras refrescaban a un grupo de ancianos pescadores que presumían sus pescados con orgullo. Marlins, Pez sierra, tiburones y otras cosas que no recuerdo.

Estaba entonces en alguna esquina, dispuesto a tomar un autobús, recuerdo que pensé -"libertad cecyt zaragoza", ¡por su puesto! - ´que me pareció sarcástico, pues, esa no es una ruta que yo haya tomado con frecuencia en la ciudad.
Al instante pasaban constantemente y sin cesar, de todos los tamaños y de todas las formas posibles, autobuses, camiones-zapato como los de Cabo, taxis, carrozas fúnebres, camionetas transportadoras, toda la clase de transportes que me pude imaginar (pensé que por fin Mochis abrió sus puertas a nuevos negocios),todos llevaban la leyenda "Libertad Cecyt Zaragoza" y otras palabras que no alcancé a distinguir por la velocidad a la que se transportaban. El lugar me parece que era la esquina de Degollado y Juárez, cerca de la viaja casa de la Abuela.

Resultaba imposible cruzar la calle, entre un camión y otro no había espacio ni tiempo suficiente ni para el viento. Ninguno se detuvo. No recuerdo haber llegado a casa. No recuerdo regresar.

Vestidos

Posted: sábado, 7 de noviembre de 2009 | Publicado por Test | 0 comentarios

Recuerdo sólo que estaba en una casa pequeña, una de dos recámaras cuando mucho.

Sin saber qué lo provocó, me veía entrar y salir de todas las habitaciones con un enfurecimiento incontrolable. Buscaba una y otra vez en los mismos cuartos algo para romper, algo qué golpear.
La enésima vez que entré a esa recámara, la ví a ella tendida en la cama, vestía un vestido rojo de estilo setentero, elegante. Supuse que seguía muerta y apenas me percato que estoy vestido igual que ella: el mismo vestido setentero rojo pero con sombrero (también rojo). Sentí que tenía el control del sentimiento que me ahogaba y empecé a sacar todas las prendas de su armario. Sacaba cada atuendo y antes de salir de la habitación cada vez volteaba a verla. Siguió igual por 5 vueltas.
Al tener un atuendo gris/amarillo como emplumado en mis manos, dispuesto a poner en evidencia algún tipo de pasado ridículo de quién-sabe-quién, doy un vistazo a la cama al salir de la alcoba y nuestras miradas se cruzaron. Con un poco de impaciencia y casi nula sorpresa le sonrío. Hace un gesto dulce, como diciéndome que mis métodos son estúpidos pero que aún así me los respeta.
No recuerdo si intercambiamos algo más que las miradas, ya no recuerdo palabras pero al final me dio gusto volver a ver a mi madre.

Tal vez pasaron días, años o sólo unos minutos. En la pantalla color plomo contrastaba en negro el símbolo de MARCADO... sin respuesta. Lo intenté tantas veces como pudieron mis dedos digitar el modelo austero de celular, tratando de localizar a María, mejor amiga de mi madre.

Distraído en algún suceso fantástico y lleno de alegría, comienzan a retumbar en el cielo las palabras "¿BUENO?", "Si mijo, habla María" y regreso a mi posoción con el móvil al oído (de verdad hábía olvidado que estaba marcádole a la señora).
Toda la amabilidad y simpatía que siempre la caracterizaron, se esfumó. María fue una señora tan fría y apática que mi aliento se podía ver en el aire como en invierno. Me decía que no tenía tiempo y que, por lo que más quiera, deje de marcarle y enviarle mensajes.

Yo quería decirle que ví a mi madre, tal vez con demasiada emoción, pero después pensé que la persona que tanto coraje me produjo fue posiblemente ella. Posiblemente mi madre. No entiendo.

El baño sólo era un cuarto solo

Posted: viernes, 28 de agosto de 2009 | Publicado por Test | Etiquetas: 0 comentarios

Esa mañana ella soñó despertar. Miró el despertador (tal vez) y se percató que tenía unos cuantos minutos para gastarlos pegando su oreja en la almohada. Alguna fuerza sobrenatural la impulsó fuera de la cama casi inconcientemente, fuerza que la dispuso a tomar su ducha matutina.

Llegó al baño. Ana, su compañera de casa, se había llevado el sanitario, la regadera y el lavamanos a su recámara. El baño era sólo un cuarto solo. Ella torció su boca hacia un lado con gesto de inconformidad automáticamente aceptada y olvidada, pensó esperar a que termine.
Se dió la vuelta y regresó a donde debía haberse quedado desde el inicio y durmió.

Tres no tristes

Posted: martes, 4 de agosto de 2009 | Publicado por Test | Etiquetas: 0 comentarios

Lo único que recuerdo era el fade in. Eran carcajadas, enérgicas, positivas y llenas de música, sí pues, entre risa y risa era como un karaoke, de esos carentes de alcohol, más bien como un par de escuincles estrenando juguetes en navidad. Ahí estábamos la Yuré y yo riéndonos y cantando. No alcancé a ver el lugar, las imágenes sólo mostraba un close up de nuestras caras frente a frente sonriendo, tal vez eran los killers, los pumpkins o la rola de white town (sho qué sé).

El tiempo daba su generosa contribución al momento y alentaba sus segundos mientras las carcajadas se volvían más fuertes y no podíamos encontrar un final para la ocasión.

Después de un fade out/fade in Chaplinesco -incluso con un poco de ruido- la escena era como un pasillo monitoreado por una cámara de vigilancia en una tienda departamental en la cuál se veía sólo una cortina y unas cuantas sillas para esperar (esperar quién-sabe-qué).
Era la conversación entre quien parecía ser mi madre sentada esperando a Lorena quién, en avanzada etapa de embarazo, buscaba una buena forma o un buen color para vestirlo. Era una conversación relajada y, aunque materialistas, sus palabras eran poco ostentosas. No había una preocupación, ni era el tiempo, el gusto o las tallas. Parecían tener todo bajo control y sólo querían pasar un rato sin dificultades filosóficas ó monetarias (ó familiares).
La última recomendación y decisión acertada fue la de usar la cortinilla de toga.

Al encender la luz, ella con un poco de prisa me dice que no tengo nada que temer y que sus "pequeños" son tranquilos. Cuando la Mary salió de la piscina (no sé si de un brinco hacia afuera o sumergiéndose por algún tunel subterráneo, la visualicé como si se tratara de una sirena) quedé ahí solo, en ese cuarto pequeño, iluminado apenas por un foco convencional de menos de 60w. La luz era muy pobre, las paredes y el techo tenían un color obscuro y aunque no mostraban signo de desgaste daban una apariencia lúgubre y mal cuidada. No había piso, era agua sólamente y ahí estábamos 3: una Orca, algo que parecía ser un manatí (lobo, león o vaca marina, no lo sé) y yo.
Me empezaban a pegar calambres por el pánico. Pensar en Keiko y liberen a Willy no ayudaban para nada, sólo recordaba el Discovery Channel (sí, antes del spin off animal planet) y documentales sobre ballenas asesinas, pingüinos y focas devoradas por los cetáceos monocromáticos. Cuanto más se apoderaba el miedo de mi, la impaciencia consumía al par de mamíferos acuáticos. La orca se convierte en algún tipo de actor cincuentón y me dice que sin los audífonos no espere entender lo que pasa. Ahí me percaté del equipo low tech en la pared de enfrente del cuarto/piscina y me puse los audífonos. Ya los entendía. Dijeron que la Mary los entiende sin ellos pero era difícil que humanoides comunes lo lográsemos sin el adecuado equipo.
Era fantástico, increíble... maravilloso. ¡La Mary habla con los animales!


Un sarcasmo más y estallarás como burbuja de carbón metal.

Posted: jueves, 30 de julio de 2009 | Publicado por Rockstar | 0 comentarios

Llegué a la boca de la calle cuando ya oscurecía y el cielo amenazaba con empezar a mojar pendejos con una lluviecita tenue pero terca. La calle se veía malhumorada pero tranquila. La entrada del edificio no me quedaba mas allá de diez pasos de donde el bus me había tirado y caminé sin prisa esculcando los alrededores por indicios que me predispusieran a los pormenores sociales de esa noche.

Al entrar había dos o tres veinteañeros de esos empedernidos en parecer adolescentes haraganeando en el mall y un par de anfitriones despreocupados supervisando una operación insignificante. Después de avalanzarme sobre la hielera y servirme una bien helada me dediqué a saludar a casi todos para que pareciera que me importaban. Llegó luego mi amiga, la que me invitó, tan sonriente e impasible como siempre, vadeando los obstáculos del desinterés generalizado me saludo como si me quisiera y me presentó a sus acompañantes, una amiga de la facultad y su novio, para después dedicarse a asaltar conversación tras conversación de completos extraños para saludarlos como si los quisiera, lo que no devaluó nuestro efusivo abrazo, ya por sí mismo no era nada sobresaliente.

Después de varios tracks de neogarage punk y pretencioso pop rock europeo, me acerqué al área de servicio por mi tercer ronda cuando ví a la amiga de mi amiga sin amigos y recargada en la barra cerca de la cocina del minimalista departamentucho de estudiante universitario clasemediero. Por curiosidad entomológica más que por cortesía me acerqué a mitigar su soledad y despedirme de la mía que tanto defendí de los bienintencionados y los caritativos.
Le invité un trago, le dije: "¿tienes sed?"

Ella dijo: "¿por que, vas a llover?"

Yo: "quiero decir, ¿quieres algo de beber?"

Ella: "¿desde cuando tan interesado en mi comodidad?"

Yo: "¿bueno, eres alcoholica?"

Ella: "¿pues que es esto, una peda o una piyamada?"

Ahi es cuando pensé, ptmr esta chica me encanta. Y no.... no llegamos ni a cruzar miradas.

Después de unos momentos y unas rondas me tocó encotrarmela como por azar en la sala de 2x2 metros cuadrados del lugar y escuchar como por azar que la conversación tornaba respecto a mi particular y profusa manera de beber, mientras dejaba claro que los chavos en onda prefieren el plateau al ápex. En un leve momento de silencio entre su comentario caustico y las risas de complacencia, condescendencia y concordancia, espeté arteramente:

“Deben darle algo de crédito, mira que intentar parecer ingeniosa y desdeñosa al mismo tiempo, no cualquiera”
No supe si alguien se rió de su burla o de mi opinión, lo que si sé es que salí de ahí dispuesto a exhibir la justificación de su teoría.
Tiempo y líquido después alcancé a escuchar una plática, dadas las circunstancias geográficas del lugar, que me cambio de lado los cojines, me volteo la mesa y me giró el sillón. Y yo que pensé que ya sabía todo lo que iba a pasar esa noche.

Mi amiga; “que tal te pareció mi amigo, lo conocí por un trabajo que tuve, era su cliente”

Bruja desdeñosa; “no lo soporto, siempre sale con algo.”

Mi amiga; “igual que tu, a lo mejor por eso no lo tragas.”

Bruja desdeñosa; “no, si eso fuera seríamos bien amiguis.”

Mi amiga; “nunca dices esas fresadas, te me estas poniendo rara.”

Bruja desdeñosa; “me pone nerviosa, no quiero ni tenerlo cerca, como que algo esconde.”

Mi amiga; “o algo exhibe, por que se ve que le interesas"

Bruja desdeñosa; “no quiero empezar a interesarme en alguien asi.”

Mi amiga; “ah ahi salió el peine, con razón.”